Los tipos de desinformación en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024

Andreu Casero-Ripollés, Universitat Jaume I de Castelló, casero@uji.es

La desinformación se ha convertido en los últimos años en un componente indispensable que condiciona negativamente nuestra vida política, especialmente durante las elecciones. Se ha emplazado como un elemento insoslayable del paisaje electoral. Los comicios de este 2024 en el Parlamento europeo no han sido una excepción. Durante la campaña, han circulado por las principales redes sociales y servicios móviles de mensajería numerosos engaños capaces de supeditar los resultados y degradar uno de los principales mecanismos democráticos: la manifestación de la soberanía popular a través del voto. Además, de paso, pueden afectar de forma relevante al futuro de la Unión Europea (UE).

Cuatro han sido los principales tipos de desinformación que han circulado sobre estas elecciones europeas de 2024. La primera ha sido el ataque a los líderes políticos para desacreditarlos y socavar su prestigio a ojos de la ciudadanía, dañando su credibilidad. Cuanto más relevante es el político, más crudas y cuantiosas han sido las acometidas. Quien lo ha sufrido especialmente ha sido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. A lo largo de esta campaña han circulado por las redes sociales diversas informaciones falsas para denigrarla. La principal le ha tratado de vincular con el nazismo afirmando que su bisabuelo era un general de las SS y que su abuela apretaba la mano de Hitler en una imagen. Ambas cosas eran erróneas. Una consulta en Deutsches Geschlechterbuch, un directorio genealógico de las principales familias alemanas, y una búsqueda inversa de fotografías lo demostraron gracias al trabajo de los periodistas.

Otro tipo de desinformación ha sido la que ha tratado de deslegitimar la actuación de la UE. Su finalidad era cuestionar su existencia e impulsar el euroescepticismo. Han sido diversas las informaciones falsas que se han difundido en este sentido. Una de ellas sostenía, engañosamente, que mientras se incrementan las exigencias a los agricultores europeos, la UE relaja los controles sanitarios de productos procedentes de Marruecos como las fresas o el aceite, provocando la ruina de los campesinos de aquí. Otra aseveraba que la nueva ley de identidad digital impulsada por la Comisión permitirá a los Gobiernos acceder a las cuentas bancarias y los datos sanitarios de los ciudadanos sin su consentimiento y vigilar a todos sus movimientos. En realidad, este texto legal prevé la creación de un monedero digital para realizar trámites con la administración, que es voluntario y garantiza a los usuarios el pleno control en todo momento.

Por último, otra modalidad de desinformación que ha proliferado en esta campaña es la que afecta a los métodos y procedimientos de votación. Una de las falsedades informaba erróneamente que se podía votar a dos partidos a la vez, introduciendo dos papeletas en la urna, indicando en cada una de ellas el porcentaje de voto otorgado a cada formación política. Caer en esta trampa llevaba a la anulación del voto de quien siguiera esta fórmula. Asimismo, también es mentira que se pudieran imprimir en casa las papeletas para ir a votar. Esta práctica sólo estaba permitida para los españoles que votaban en el extranjero. Estas mentiras pretendían minar la integridad electoral y estropear la equidad de las votaciones. Esto puede generar graves consecuencias que cuestionen la legitimidad de los resultados y lleven a una pérdida de confianza en la democracia y a una reducción de la participación electoral en el futuro.

Debido a la desinformación tanto a los líderes políticos como a los procedimientos electorales e, incluso, las propias instituciones europeas se han visto ultrajadas y depreciadas. Por eso es fundamental luchar contra este problema, garantizando a la ciudadanía una información veraz y de calidad con la que poder tomar decisiones sobre el sentido de su voto evitando el riesgo de engaños. Tanto el periodismo como toda la sociedad deben conjurarse para hacer frente a este fenómeno. Sólo así se podrá garantizar el futuro de la democracia y la UE.